15-01-2016

Enrique Dickman

Enrique Dickmann nace en Letonia en el año 1874 y fallece en Buenos Aires en el año 1955. A los doce años llega al país y vivió en sus primeros años en Miramar trasladándose luego a la Provincia de Entre Ríos trabajando como peón rural.
En el año 1897 adopta la nacionalidad Argentina en momentos en que ingresó a la Facultad de Medicina. Respecto de ello cuenta en la obra de Ramón Columba “El Congreso que yo he visto” lo siguiente: “Un juez de paz nos ofreció darnos documentos como Argentinos nativos, pero yo me opuse. Dos o tres veces nos ofreció esa ventaja. Llevaba yo siete años en el país y quería hacerme argentino por expresa y espontánea resolución y por cariño a esta tierra, la primera donde yo, hijo de revolucionarios perseguidos, había conocido la libertad. Esta será mi patria definitiva, me dije”
Siendo casi analfabeto en castellano comienza a estudiar a casi los 20 años. En 1897 ingresa a la Facultad de Medicina por consejo de Juan B. Justo a quien conoce en un calabozo y en 1904 se recibe de médico terminando su carrera debiéndole corresponder medalla de oro que sin embargo no fue entregada por sus ideas extrauniversitarias.
En la facultad de medicina toma un mayor contacto con los Socialistas Juan B. Justo y Nicolás Repetto quiénes son sus maestros. Toma parte en sus conferencias, difunde las teorías de los líderes europeos del Socialismo, Marx y Engels.
En el año 1900 es candidato a Diputado Nacional, pero llega recién bajo el imperio de la Ley Saénz Peña.
Orador filoso, de mente siempre alerta para el tiro repentino con certeros y terribles dardos irónicos acompañado de movimientos gestuales rápidos y cambiantes, fue capaz de transmitir risas entre los diputados a los que dejaba en ridículo pero también atención a sus palabras y emoción entre el auditorio que tuvo el privilegio de escucharlo.
Su primera exposición duró cerca de una hora al abordar los problemas sociales del país. Defiende a la industria “porque no queremos los socialistas matar la gallina de los huevos de oro”. Dice también “del progreso industrial depende el progreso de las clases trabajadoras” y habla del tiempo y los movimientos sociales.
También abraza el amor a su país de adopción al que se le escucha decir “Yo amo al país a que me he incorporado libre y voluntariamente. Quiero la tierra argentina, donde reposan las cenizas del ser que me dio la vida. Admiro su vasto cielo azul, bajo el cual mis hijos vieron por primera vez la luz del día. Quiero que desde la selva virgen del Chaco hasta las regiones heladas del Estrecho, que desde la falda de la Cordillera hasta la playa salobre del Atlántico, habiten cien millones de seres humanos, sanos y robustos, física y mentalmente, libres e inteligentes, para que en el concierto de las naciones civilizadas la República Argentina coopere en el ritmo universal de la conquista de más justicia, más verdad y más belleza”. Este vibrante discurso del cual amplios sectores que iban desde la derecha católica hasta sus pares fue resaltado en las páginas de La Nación como modelo de cómo debe hablarse en nuestro Parlamento.
Alguna vez Carlos Saavedra Lamas diría de los socialistas “fue una revelación de capacidad legislativa. Trajeron nuevos métodos para el trabajo en la cámara. Antes de ellos, se despachaban muchos asuntos a libro cerrado, o en montón, el último día del período. Ellos empezaron a gritar. No tenían pelos en la lengua”. Y diría sobre Dickmann en particular, “Queda interrumpida su meritoria labor en el Congreso de la Nación. Créame que lo siento sinceramente. Durante dos períodos fui su colega y testigo de su constante dedicación, su dominio y estudio de los problemas tratados, su elevación de espíritu y aún de de ecuanimidad compatible con los deberes de su beligerancia necesaria, enriqueciendo los anales parlamentarios con diarias intervenciones, en que ha dejado la huella de su oratoria original, caracterizada por pinceladas elocuentes, acentuado relieve y fuerte color. “
A fines del año 1952 Enrique Dickmann es separado del Partido Socialista por su actitud dialoguista con el Presidente Perón. Esto le valió su expulsión y la fundación de una corriente denominada Partido Socialista de la Revolución Nacional que no tuvo gravitación, sin embargo quedará en la memoria de los Socialistas su gran labor, su capacidad de estudio de la realidad y su capacidad de gran orador. Murió en el año 1955.

 

Fuente: Partido Socialista